Pese a la expansión democrática que trajo consigo la consolidación de la tercera ola de democratización, el panorama global muestra que todavía buena parte de los países del mundo (y una proporción aún mayor de personas) viven bajo regímenes con serias falencias en el ejercicio básico de las libertades democráticas y en el goce pleno de los derechos humanos. Más aún, en años recientes países que habían logrado avanzar en la construcción de instituciones y prácticas democráticas han visto retroceder esos avances, en algunos casos revirtiendo casi completamente el desarrollo democrático alcanzado. En otros casos, democracias consolidadas han visto la emergencia de liderazgos y discursos políticos antidemocráticos, y han crecido las reivindicaciones nacionalistas y las prácticas autoritarias.